BiH Project
Por Julieta Inés Dal Lago
Para el gobierno es ilegal la intervención, lo considera vandalismo. Para mí el vandalismo es otra cosa, romper por romper.
Trato de evitar el espacio privado en buen estado y en uso, pero si hay una casa abandonada, está abandonada.
Clet Abraham interviene señales de tránsito, ¿fue también un inspirador de tu obra?
Entonces, laburo en las paredes y los carteles reales de chapa los pego atrás de otros, de unos de verdad, de esa manera no molestan, los ven los peatones o los que van por bicisendas, si hay.
©.- Julieta Inés Dal Lago
Un viaje a Bosnia fue su inspiración para
comenzar a intervenir la vía pública, a través de carteles con señales de
tránsito y frases que causan impacto. El productor, músico, emprendedor y
diseñador, Sebastián Andreatta, cuenta sobre su proyecto BiH y, también, de
otros referentes de la escena urbana, quienes adquirieron protagonismo por su
marcada presencia artística en las calles.
¿Qué fue lo que te impactó del viaje a Bosnia?
La historia es un poco extraña. Yo caigo a Sarajevo, la capital de Bosnia, sin tener idea dónde iba a
dormir. Viajaba con unos australianos, que había conocido en Mostar, otra
ciudad de Bosnia. Paramos en el War Hostel, un pequeño hospedaje que estaba ambientado en base a como era vivir en
Sarajevo cuando estaba en estado de sitio. El dueño del hostel quiso recrear lo que se vivía en esa
época, una experiencia súper fuerte.
(Sarajevo estuvo sitiada, durante 4 años- 1992-1996- por los serbios, porque Bosnia-Herzegovina se quería independizar de Yugoslavia; Serbia, que pertenecía a Yugoslavia, se oponía a dicha independencia. El estado de sitio terminó con la llegada de los norteamericanos, en dos días.)
Ofrece un tour que consiste en encerrarse en un bunker, construido como era el espacio donde se refugiaban los soldados cuando estaban en la
línea de combate, y propone quedarse ahí, durante 3 horas, con una vela, escuchando la
historia de cómo se vivía en ese entonces y, al final, te muestra una película. Salí llorando.
El segundo tour que hice con él fue ir a las montañas, donde estaba el
frente de batalla y los bunkers reales. Hoy en día, muchos campos de Bosnia
continúan minados, porque sacar las minas es muy caro, tiene que haber gente
que investigue la zona, encontrarlas y hacerlas explotar.
Entonces, ¿estos dos tours te sensibilizaron?
Sí. Saqué muchas fotos en el viaje, del segundo tour me pegó fuerte estar en un bunker real, donde todavía había ropa y restos de comida, porque se fueron cuando
llegaron los yanquis.
También explotó una mina a 600 km, cosa que sucede cuando pasa un animal o por el viento, entonces se activa la mina y explota.
También explotó una mina a 600 km, cosa que sucede cuando pasa un animal o por el viento, entonces se activa la mina y explota.
Y me encontré con muchos carteles que tenían una calavera que decían mina,
en bosnio, en inglés y en alfabeto cirílico (es el alfabeto que usan los serbios).
Fue una experiencia impactante, me impresionó. Volví movilizado del viaje por
Bosnia, Serbia y Kosovo.
¿La imagen del cartel de la calavera te quedó rondando en la cabeza?
Sí, el cartel con la calavera se me gravó y, cuando llegué a Buenos Aires,
con la idea de arrancar algo artístico, creo que eso fue un gran disparador del
proyecto que derivó en los carteles, en resignificar las señales de tránsito.
¿En qué consiste el proyecto BiH?
Incluye los carteles, instalaciones que estoy preparando por la ciudad,
obras que salen un poco del afiche o de la señal de tránsito, al margen de que
voy a seguir haciéndolo, pero quiero como un lado b, algo que no sea tan explícito.
Hay mucha gente que me compra los afiches para poner en su casa, está
buenísimo, me encanta, pero a veces siento que el afiche pertenece más a la
calle que a cualquier otro ámbito.
Entonces, si alguien quiere tener algo que hago yo, me gusta que sea un poco más cuadro, que no tenga un mensaje sino que sea de una lectura un poco más compleja.
Entonces, si alguien quiere tener algo que hago yo, me gusta que sea un poco más cuadro, que no tenga un mensaje sino que sea de una lectura un poco más compleja.
¿Por qué elegiste el nombre BiH?
No me creo un artista, sino un mero autor, entonces firmar con mi nombre no
me atraía en lo más mínimo. BiH hace referencia a Bosnia y Herzegovina, y es una
especie de homenaje a la gente que vivió tanto terror, por mucho tiempo.
En una entrevista que te hicieron en uno.com.ar, leí que dijiste que los
carteles tienen que ver con vos, con reflexiones internas, y que te surgió una
necesidad de dejar algo en el barrio.
Yo soy de Palermo, antes de que Palermo sea Palermo, nací acá y me pasaron
dos cosas: primero, una sensación, de hace un par de años, de que el barrio
adquirió una nueva identidad que no es, ni por casualidad, la misma en la que yo me crié; yo jugaba con la pelota en la calle, y de esto hace 25 años, no
más.
No es un Palermo tan lejano, siento que, por momentos, es un poco frívolo y,
como palermitano de toda la vida que se cruzó con esta experiencia de Bosnia,
dije: voy a plantar algo mío, algo genuino en el barrio.
También tiene que ver un poco con un proceso mío que consiste en decir existo, soy el personaje de mi vida. Son tres cosas que se mezclaron y se armó el caldo de cultivo que
dio nacimiento a este proyecto.
¿Cómo surgen los diseños y los mensajes?
Quiero marcar valores que tienen que ver con mi experiencia, con lo que yo
creo; la mayoría de los carteles tienen un mensaje más de autoayuda, porque son
mensajes livianos, no tienen una profundidad muy grande, pero sirven como despertadores.
Es decir: estoy acá, yo creo esto, lo pongo en el barrio. Si a alguien le sirve, genial.
¿Buscás generar interrogantes en las personas?
Sí, cuando hago un cartel, paso semanas analizándolo, hay mucho
cuestionamiento interno, si vale la pena, si el mensaje es el apropiado. Quizá arranco con una idea que quiero comunicar, pero
la trabajo lo más posible para simplificarla y para que el mensaje sea claro.
Hasta el dibujo pasa por un análisis muy minucioso y hay un gran
cuestionamiento, de qué manera va a funcionar mejor, de qué forma la gente lo
va a entender mejor, de qué manera va a llegar el mensaje que quiero que llegue
y no uno que se distorsione, que trate de estar lo más acotado posible, que es
el objetivo de tener una buena comunicación. Y pretender que a alguien le
genere algo ya es mucho, cuestionarse es súper importante.
¿Cómo fue la repercusión en la gente?
Buena, por lo general. Tuve algunas críticas y son siempre bienvenidas, me
encantan; hubo una persona que puso en twitter: los carteles de BiH me dan cáncer en los ojos; entonces, dije: bueno, me parece genial, el que dice eso, el que los arranca, el que los
escribe encima, porque la calle tiene eso, lo efímero y la intervención de la intervención.
Hay gente que sube los carteles a Instagram, desde el día uno, con mensajes
súper positivos y alentadores, y me sorprende mucho.
Por cada crítica, hay quinientos mensajes buenos, entonces creo que a la
gente le gustó y es la razón por la que seguí también.
¿Cómo te das cuenta de que no funciona un cartel?
Por la respuesta de la gente en las redes sociales, creo que es un gran
indicador, y también porque pasan por un filtro: primero, si me funcionan a mí, en otros casos, tiene que ver con la coyuntura,
lo que está pasando en ese mes; también hay algunos carteles que son
atemporales, como por ejemplo: RETROCEDER NUNCA, lo hice en la primera tanda y hoy lo sigo pegando.
¿Sólo intervenís las calles de Buenos Aires?
Sí, sólo en Buenos Aires, aunque hay dos pegados en Nueva York, pero no sé si duraron. En capital, en casi todos los barrios pegué
uno, hay que ver si sobrevivieron, no les sigo mucho el rastro.
¿Por qué elegís la calle como medio de difusión de tus reflexiones, de tu
obra?
Me parece súper atractiva, tiene esto de que es masivo, tiene un potencial
público que es todo aquél que pase por la calle; un afiche puede pasar
desapercibido también, y eso me encanta.
Al no considerarme un artista, la galería o el lugar
cerrado de exposición no me atrae, no me siento cómodo ahí.
Elegí la calle por una cuestión de marcar territorio, por la masividad que
tiene y es donde me siento cómodo, porque el espacio público es un lugar muy
interesante para intervenir.
¿Cómo elegís dónde pegar los afiches?
Hago un scauting, voy caminando por la calle y las voy
marcando. Paredes de casas no, al menos que sea una que esté muy venida a menos
y se note que hay una dejadez, y yo considere que puedo ayudar con la
estética. Pero uso paredes de espacio público, casas abandonadas o postes, árboles, canteros.
Para el gobierno es ilegal la intervención, lo considera vandalismo. Para mí el vandalismo es otra cosa, romper por romper.
Trato de evitar el espacio privado en buen estado y en uso, pero si hay una casa abandonada, está abandonada.
Clet Abraham interviene señales de tránsito, ¿fue también un inspirador de tu obra?
Puede tener algo que ver, quizá inconscientemente, yo lo conocí en Florencia, en Italia, pasé por su taller, pero primero había visto su obra en la calle y me sorprendió, me pareció súper genial; creo que fue una de las primeras intervenciones urbanas que vi que me parecieron muy atractivas, también las de Space Invaders que hace dibujitos como en Pixelart, como si fueran dibujitos de videojuegos y los hace con mosaiquitos, venecitas y los pega por todo el mundo. Fueron los dos que más me llamaron la atención.
Clet A y yo trabajamos con señales de tránsito, la diferencia es que yo las hago y él interviene señales de tránsito que ya existen y que son reales; eso no lo hago porque no me gustaría que por intervenir una señal de PARE, alguien no lo haga y se pegue un palo.
Si tuvieras que recomendar a artistas callejeros, ¿a quienes recomendarías?
Tutanka hace collage digital, por lo general, agarra
a un famoso o dos y los mashupea. Tiene uno que es la reina de Inglaterra con
la cara de Gabriela Michetti, y así hace un mashup de gente, imprime, labura en tamaño más
grande que yo, y hace paste up también, hace afiches y los pega. Me parece muy
bueno, muy irónico e inteligente lo que hace.
Me gusta mucho también Boxi Trixi, hace unos muñecos alargados, con cabezas
grandes, medio amorfos que me encantan, pinta murales y hace paste up.
Hay una chica que se llama Noelia, que en Instagram figura como Parafinas Doradas, tiene unas frases que están tremendas, me gusta mucho lo que hace,
hace graffitis y algunas instalaciones.
También está el Tano Verón, hace carteles similares a los del Movimiento Petrushaus, mezcla idiomas por ejemplo, hay uno con una frase del Indio Solari que dice Si no hay love, que no haya nothing; Sea feliz, no joda al prójimo.
Es uno de los más conocidos de todos los que pegamos en la calle, junto con Guille Pachelo.
Es uno de los más conocidos de todos los que pegamos en la calle, junto con Guille Pachelo.
¿Proyectos para este año?
Estoy preparando dos instalaciones en el espacio público solo, y otra con
Noelia. Serían objetos puestos en la calle, con carteles y, en el caso de
Noelia, con graffiti.
Son intervenciones en otra dimensión, pintados o pegados, son 2d, esto ya
es crear un objeto.
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