"La Nena"
Por Julieta Inés Dal Lago
“La Nena”, como la llamaban sus familiares, fue una víctima más de aquella época en que las personas con enfermedades psicológicas y neurológicas o alteraciones físicas eran escondidas por sus familias como consecuencia de prejuicios existentes en la sociedad.
Dibujó: Pía.
“La Nena”, como la llamaban sus familiares, fue una víctima más de aquella época en que las personas con enfermedades psicológicas y neurológicas o alteraciones físicas eran escondidas por sus familias como consecuencia de prejuicios existentes en la sociedad.
Nació en Argentina en 1940 con una discapacidad psíquica congénita conocida con el nombre de síndrome de Down, enfermedad que se convertiría en una causa de aislamiento familiar y social.
Llegó a este mundo en una época en que las miradas y los prejuicios sociales pesaban más que el amor de un padre a su hija, en un tiempo cuando no había espacio para personas con discapacidades.
“Estamos hablando de un período que duró muchos años. Un alto porcentaje de la sociedad no aceptaba, o repudiaba, a aquellas familias que tenían parientes enfermos, fuera por problemas mentales o físicos”, culpó Matilda, una de las hermanas de La Nena.
“Las personas pertenecientes a la clase social media-alta escondían a quienes nacían con algún trastorno genético. Algunas familias los mantenían en un cuarto de la propia casa y a los hijos o hermanos, según el caso, les estaba prohibido acercarse”, lamentó Matilda.
La Nena fue rechazada no sólo por la sociedad sino por su propio padre, quien se encargó de esconderla y buscó mantenerla siempre alejada de su familia.
La madre de la niña, sin voz ni voto en esa época para tomar partida y actuar en consecuencia, con intención de protegerla, la envió a vivir a Paraná con su hermana Celestina, con quién permaneció y fue feliz hasta que llegó su quinto cumpleaños.
Luego de la muerte de su tía la pequeña vivió en Buenos Aires hasta los 18 años en un Instituto Religioso que su padre pudo encontrar luego de una intensa búsqueda, ya que para él era inconcebible la idea de que fuera a vivir con su familia.
Cuando las religiosas no pudieron cuidar más de ella, su padre la internó en la Colonia (estatal) “Montes de Oca”, ubicada en la localidad bonaerense de Torres, partido de Luján.
“Montes de Oca era pobre en todo aspecto, los enfermos estaban mal vestidos, los alimentaban con lo básico. No estimulaban a sus pacientes y La Nena era la única que tenía síndrome de Down, el resto de las personas tenían trastornos psicológicos”, agregó penosamente su hermana.
Allí vivió “La Nena”, como la llamaban su madre y hermanos, hasta los 67 años. “Mi madre murió un par de años antes que ella. Sufrió mucho por vivir separada de su hija pero la visitaba seguido, hasta que enfermó. Mi padre falleció dos meses después que mi hermana, creo que no quería dejarla por eso para mí, a su modo, se hizo “cargo” hasta que dio el último suspiro, dijo Matilda.
La sociedad, los individuos, los prejuicios instalados y creados por un aparato irreal pueden provocar destrucción y generar en los hombres las reacciones menos esperadas, una expresión del lenguaje social que termina causando tristeza, impotencia y un cargo de conciencia difícil de borrar.
La historia de La Nena no tiene que repertirse, es un ejemplo para ver que la calidad humana siempre vale más que actuar en base a una costumbre instalada y que todos tenemos el derecho de ser tratados como seres humanos, sin distinciones.
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