Encuentro
Por Julieta Inés Dal Lago
Segundos, minutos, horas, días, años… El tiempo pasa. Las circunstancias transcurren. Las personas, también.
Segundos, minutos, horas, días, años… El tiempo pasa. Las circunstancias transcurren. Las personas, también.
Qué queda después de transitar ese efímero momento en que se traduce el tiempo?
Emociones, sensaciones vividas en una etapa que, hoy, se esfuma como si fuera un suspiro.
Te encuentro. El tiempo frena, retrocede y vuelve al presente velozmente,
como si una cachetada diera vuelta mi cara.
En un segundo, en menos de un minuto, mi mente se atosiga, se detiene hasta perderse…
Abandoné la noción del tiempo. No sé dónde ni con quién estoy. Mi alma empieza a quebrarse, siento el crujido en mi vientre.
Alegría y angustia es lo que respiro, aromas que ingresan como veneno en mis entrañas, hasta contaminar mi alma.
La línea del tiempo se abre, se divide en dos partes. Mi espíritu aparece en diferentes lugares.
Universos paralelos nacen. Mi mente transita, repentina y temporalmente, por mundos laterales.
Quiero correr, escapar, no puedo quedarme. Tampoco irme y dejarte. El pasado invadió el presente. No puedo lidiar con la velocidad del tiempo.
Fue verte y sentir que estás conmigo, cuando no es cierto. Mis ojos se abren, mi corazón late, mi mente me detiene y me lo advierte.
Me sentí caer, como la hoja de un árbol cuando comienza el otoño, aquella que cambia de color, se desprende sutilmente de una de sus ramas y deja de ser parte de ese fantástico brazo que le daba vida.
Hoja que cayó leve, incorruptible y desenfrenadamente, hasta aterrizar en el firme suelo, maniatado por pisadas bruscas, torpes, aturdidas.
Tu voz, un suave susurro que mis oídos captaron como si fuera el canto de los ángeles.
Una caricia, suficiente para hacer temblar mis cansados huesos.
Una lágrima, un llanto capaz de traducir la ausencia que cubrí
con las deslumbrantes risas que me regaló el tiempo.
Un abrazo, capaz de capturar, congelar y envolver en el calor de nuestros cuerpos, un pasado juntos, un presente distante.
Miradas cercanas, lejanas, ojos amigos y desconocidos. Un encuentro, una partida, me hicieron sentir que parte de mí quedó encriptada, desolada e irrecuperablemente perdida en esas lágrimas que de mis ojos por vos brotaron, durante segundos, minutos, horas, días, años…
©.- Julieta Inés Dal Lago.- 20 de mayo de 2011.-
Comentarios
Publicar un comentario