Nerudeando
Por Julieta Inés Dal Lago
Muere lentamente aquél, a quien se le han quitado los sueños, las ilusiones, las esperanzas, los anhelos.
Muere
lentamente quien no expresa lo que siente, quien no manifiesta las ideas
latentes en su mente, quien no dice realmente lo que piensa.
Muere lentamente
quien no es fiel a sí mismo, quien no logra reflejar en su vida externa lo que vive en la interna.
Muere
lentamente quien no se juega por lo que lo apasiona, por lo que lo inspira.
Muere
lentamente quien se aleja de su corazón, quien intenta anular, con la razón, los
sentimientos, quien calla su voz y no anuncia en palabras el bocado digerido, o
no, el cual llega a convertirse en un bolo alimenticio, causante de un nudo amarrado
en su garganta.
Deja de ser
quien es, aquél, quien disfraza su Ser real y sensible, y exhibe un figurón,
digno de la aceptación vulgar y premeditada de quienes lo rodean.
Vive en la
mentira quien oculta sus vivencias, quien, permanentemente, manifiesta una
pantomima digna de la lógica racional de los otros.
Vive, solamente, quien proclama sus emociones, sus pensamientos, en libertad, sin
condicionamientos, sin estar ligado a lo que digan los demás.
Es sanamente un ser humano, viviente, quien busca su felicidad, quien cuida a los
demás, quien puede, siempre, decir y actuar su verdad. Quien sabe alejarse de
aquellos que no le dan respeto, ni trato cordial o alegre. Quien sabe alejarse frente
a mordaces miradas infundadas o hablares vacíos, cuando llega el momento.
Es un ser transparente quien no busca ser alojado,
adoptado, ni encajar en el rótulo popularmente aceptado, simplemente muestra quien
es en verdad.
Vive
intensamente quien tiene su corazón, su alma y mente, abiertos a lo diferente,
quien acepta la incongruencia de la vida, los destiempos. Quien sabe apreciar y
disfrutar los momentos, rodeados de personas o de las simples maravillas
terrestres.
Solo Vive
apasionadamente quien ríe, por el simple hecho de reír y dibujar en su cara una mueca de
extrema felicidad, la cual acusa su estado de bienestar; quien baila, por el
simple hecho de sentir la música en su cuerpo; quien escribe, por el simple
hecho de bajar una idea y volcar en letras lo que piensa o siente; quien saca una foto,
por el simple hecho de registrar un momento o situación solemnes para sus ojos;
quien pinta un cuadro, por el simple hecho de dar vida permanente a una contemplación mental y sentimental; quien canta, por el simple hecho de exteriorizar
emociones que no encuentran otra forma de expresión, y rebasan el cuerpo; quien toca un instrumento, por el simple hecho
de querer compartir, con el resto de la gente, diferentes emociones,
sensaciones musicales, sin las cuales no tendríamos un mundo con música; quien
hace teatro, por el simple hecho de tener la necesidad de parodiar, mostrar y exhibir
los diferentes avatares humanos, a través de los cuales se desarrolla la vida
en sociedad.
©.- Julieta Inés Dal Lago.-
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