Resiliencia
Por Julieta Inés Dal Lago
Avatares de la vida
que hacen llorar al alma, la hacen vibrar, retorcerse, hasta sentirse colapsada
y sometida a una encrucijada autodepredadora.
El agua corre en el
llanto y en el cuerpo vital que la porta, lágrimas que reflejan alegrías, lamentos,
tristezas, catarata llena de variedades, de colores.
Como el mar, tiene
olas, porta revueltas, entraña espuma.
El canto y el grito resonantes del bosque, personifican a las emociones, al corazón, y a las vivencias más
profundas.
Todo se mezcla, enmaraña,
se inserta y lía, hasta provocar al cuerpo y al espíritu, también a la mente.
Un punto de
ebullición, en el cual la lava se intercala y entrelaza a esos tres componentes
del Ser.
La era del
crecimiento, de la revelación, de la emanación de la luz, encuentra amistad y
está lista para erigirse y salir al mundo, de modo y forma de vibración
emergente, lista para hacerse visible y dejar de esconderse.
Pasión, fuego, vida y
pulsión, afloran, nuevamente.
Resiliente, es su
nombre, palabra definida por la Real Academia Española (RAE) como capacidad de
adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o
situación adversos, o como capacidad
material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial, cuando ha
cesado la perturbación a la que había estado sometido.
Logra erigirse y
florecer, después de tanto abatimiento y de brutas adversidades.
Sana heridas, forja confianza
en sí mismo, descubre su fuerza personal y acepta los retos, los desafíos de este
largo y fructífero camino que es la vida.
No deserta, está
siempre alerta y acepta, con humildad, las pérdidas y a los maestros que se le
cruzan, porque sabe ver que, todos ellos, son espejos, están en su ruta de
aprendizaje constante y dinámico.
Perdona y adquiere
sabiduría; aprehende que todos somos
uno, que todos somos: Ubuntu.
(Taller de pintura "PintóPintar", #EditorialSereno)
(Taller de pintura "PintóPintar", #EditorialSereno)
©.- Julieta Inés Dal Lago
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