Engine: "¿Y si arriba del cielo hubiera un motor enorme, un castillo flotante, una máquina que respira?"

Por Julieta Inés Dal Lago

Empieza el show y el espectador se encuentra frente a una pareja de nómadas musicales, quienes, entre sus preguntas y relatos poéticos, invitan a realizar un viaje a través de distintas culturas. "Engine" es una banda integrada por el argentino Alejandro Tomás Rodríguez (36) y el francés Robin Gentien (23), quienes llegaron a Buenos Aires para conquistar al público con sus características animadas, heterogéneas y cosmopolitas. La banda ofrece un nuevo formato de espectáculo musical, entrelazado con historias y cuestionamientos, en algún punto, filosóficos, y donde una campana, dos guitarras, unas luces y un par de voces crudas, invaden la sala y atrapan la mente y los sentidos del público, quien se sumerge en una expedición hacia un mundo invisible, aunque perceptible.


Viajemos un poco al pasado, ¿cómo fue su comienzo artístico?

Alejandro: Siempre toqué la guitarra de chico, porque mi papá tenía una guitarra. Nunca aprendí en una escuela de música, aprendí con mis amigos a tocar. Estudié teatro en la Escuela Provincial de Teatro de Rosario “Ambrosio Morante” (Pcia. de Santa Fe, Argentina), que es el nombre de un viejo actor argentino.

Robin: Aprendí música desde bastante chico, tocando con otros chicos que eran buenos. En París estudiaba música, siempre tuve bandas, filosofía, literatura. Me fui de Francia a los 19. Me fui a Italia, a trabajar a una compañía teatral, y ahí nos conocimos. Era músico, ellos buscaban gente y entré. Nunca había estudiado teatro pero me enganché.

¿Cuál es la compañía teatral donde se conocieron?

Alejandro: Se trata del “Workcenter of Jerzy Grotowski and Thomas Richards”, ubicado en Pontedera, Italia, que existe hace 30 años; se mueve entre el teatro, la música y la danza. La mayoría de la gente que es atraída por este grupo, son actores, porque el director polaco Jerzy Grotowski, quien lo fundó, hizo un gran cambio en el modo de ver el teatro entre los 60/70, revolucionó todo, en todo el mundo. Su pilar principal se llama “teatro pobre”, basado en la idea de que para que exista el teatro, sólo tiene que haber alguien que hace y alguien que mira. El resto: luces, escenografía, maquillajes, vestuario, puede ser prescindible.

Ricardo Arias, mi profesor, me dijo que había estado ahí y que era un lugar que tenía que conocer, si iba a Europa. Después me informé, y terminé ahí, fui a hacer una audición en 2007, éramos 600 personas de todo el mundo, iban a elegir a tres, eligieron a diez, y ahí me quedé como diez años.

Robin: Yo llegué en 2012. Empezamos a tocar guitarra juntos, a crear muchas cosas, hasta que aparece esta idea del “engine, del motor (en su traducción al español), y nos dimos cuenta, uno o dos años después, de que teníamos en las manos un material que podía formar parte de un proyecto, aparte de nuestra participación en la compañía, donde trabajábamos.

¿Cómo hicieron para desarrollar el proyecto “Engine”?

Alejandro: Empezamos a hacer presentaciones, medio a escondidas, en Italia, porque trabajábamos de lunes a sábado, de 10 a 18 hs. El material que teníamos, no sabíamos dónde encajarlo dentro de la compañía y nos empezamos a juntar, después del horario de trabajo y el proyecto empezó a tomar forma.

En diciembre de 2015, dejamos la compañía e hicimos una gira de tres meses por Europa (“Engine Winter Roads”), luego decidimos venir a vivir a Buenos Aires.

Robin: Ya habíamos venido antes a dar un curso, habíamos tocado también.

Alejandro: Sí, cuando empecé a venir a Argentina con el Workcenter, me encontré con un grupo de actores, se consolidaron como grupo y durante tres años empezamos a tener una colaboración artística entre el Workcenter y ellos, que integran “Casa Talcahuano”. Entonces, empecé a venir 3 o 4 veces al año, a dar clases y a trabajar ahí. Hoy en día, dirijo el grupo y Robin es asistente y actor.

¿En qué consiste “The Engine Project”?

Alejandro: “The Engine Project” es un proyecto artístico que incluye este concierto llamado “Engine”; más adelante, podrá incluir otra cosa.

¿Cómo surgió el nombre “Engine”?

Robin: Sería un tipo de máquina antigua, de motor, que está arriba del cielo. Concretamente, sería eso, pero puede ser muchas cosas. Está de modo invisible, pero está, como si fuera el mundo, Dios, y mira, observa, permanece; cambian abajo las cosas, pero él siempre está ahí.

Alejandro: Es una especie de ser mitológico, tiene que ver también con la tecnología antigua. En muchas culturas, por ejemplo, en India, hablan de que existe esta suerte de gran castillo flotante en el cielo. Es como una máquina que respira y que hace que los seres humanos se puedan conectar entre sí, que puedan vivir de algo que pasa entre ellos, que no es completamente visible, pero que es perceptible. La máquina, el engine o motor, hace que eso pueda suceder.

¿Cómo definirían el show que hacen?

Alejandro: El espectáculo dura una hora, hora y cuarto, está muy ensayado, todo lo que pasa: la canción, los textos, lo que decimos está 90 por ciento fijo. Los textos están escritos y estudiados, trabajados de antemano, lo que pasa entre nosotros durante las canciones, también. No pensamos el espectáculo como un concierto donde hay una concatenación de canciones y nada más. Como venimos del teatro, lo pensamos como un evento en el que el espectador pueda ver que algo pasó, algo sucedió, que empezó de una manera y terminó como algo distinto. Pensamos en una historia enlazada con el “Engine”, llevamos al público a través de un viaje. No es una historia lineal, de principio, nudo y desenlace como obra de teatro clásica, armamos una estructura más poética.

Para mí, el show fue una sorpresa detrás de otra, lo que me llevó a preguntarme, ¿cuál es la intención que tienen con la gente, por detrás del espectáculo?

Alejandro: Las historias que van antes de las canciones, muchas veces las hablamos entre nosotros, necesitamos decir algo, una especie de introducción a la canción, pero que respete el hilo conductor del espectáculo. Por ejemplo, la canción “Everybody knows”, es un tema que habla de que todos saben lo que están buscando, pero se olvidan, entonces es tirarle una punta a la gente. El punto es poner las preguntas, lanzarlas y no dar las respuestas, porque no las sabemos ni siquiera nosotros, sería soberbio decir “vos tenes que hacer esto o lo otro”, entonces preguntamos “¿qué estás buscando?”, y probablemente lo sepas.

¿Buscan que la gente empiece a reflexionar, que vayan para adentro en una especie de despertar?

Robin: No es que dijimos “vamos a despertar a la gente”, sino que pensamos “vamos a despertarnos a nosotros”. No es que nosotros sabemos y le explicamos a la gente,  nosotros también tenemos que recordar que todos sabemos lo que estamos buscando. Me gusta que sea un evento, en el sentido de que es algo que sucede, no solamente ves algo, sino que algo pasa en la sala.

Alejandro: Es indagar qué significa estar despierto, qué significa estar dormido, cuál es la función de la música, del arte, del arte performativo. Porque, muchas veces, yo creo que la función que tiene nuestra tarea, es indagar sobre ciertas cosas que damos por seguras. Por ejemplo, esto de saber realmente lo que estoy buscando, ¿qué es lo que quiero?, ¿por qué estoy tocando? Realmente, hacernos esta pregunta todos los días. Poder estar en contacto con un cierto “flow”, una vida interior. Entonces, diría que tratamos de buscar una suerte de cambio en la percepción del momento, que la gente se conecte con nosotros y nosotros con ellos. Si algo puede cambiar en esa hora, habilitar ciertos sentidos, o despertar algo, que no pasa todos los días, si eso sucede, estamos súper contentos porque, un poco, sería esa una de las funciones que puede tener la música, las artes.

¿Qué le pasa al público durante el show?

Alejandro: Cuando cantamos sin guitarra y vamos entre la gente, se cae un velo, algo pasa entre nosotros, la gente empieza a reírse, otros se enganchan y cantan, aplauden, algunos se quedan sorprendidos. No somos ajenos a eso, nuestro trabajo es reconocer eso y ver a la gente a los ojos.

¿Qué género musical hacen?

Alejandro y Robin: No sabemos (risas).

Voy por otro lado, ¿qué ingredientes hay en sus composiciones?

Robin: Diría que rock, acústico, algo de canción, de funk, latino, un poco flamenco, indie también.

Alejandro: Somos un poco indios (risas), aunque en mis cabales no puedo decir que toco flamenco (más risas). Somos un poco alternativos, hacemos música artesanal, hecha a mano. Es heterogéneo.

¿A quién se parecen?

Robin: Si mirás re de cerca, no hay nada que se parece. Si tuviéramos que tocar en un festival enorme, donde hubiera mucha gente, ¿cómo explicaríamos a la gente que no somos una banda de funk, de rock?, diría que es un grupo de rock acústico groovie, con mucha energía.

Se visten de una manera particular, ¿cómo eligen el vestuario?

Alejandro: El vestuario es pensado, buscamos mucho la ropa y probamos cosas. El tema es encontrar algo que a nosotros nos guste como nos queda, que nos de cierta forma, físicamente; que la gente pueda decir, por cómo nos ven vestidos, que no es como una persona se viste en la vida cotidiana, que el vestuario suscite preguntas, que piensen: “¿quienes son?”. La ropa es de corte de la década del 70. Me gusta pensar que es como la gente de los años 50/60 imaginaba el futuro.

Robin: Para mí, hay algo de futuro, pero de futuro que sería ahora. El futuro de ayer.

Hablemos del EP, ¿cómo se llama el disco y por qué?

Alejandro: “Un día más sobre la tierra”. Se llama así porque es como un chiste medio ácido sobre el doble sentido que tiene esa frase: es un día más sobre la tierra, por suerte, o un día más sobre la tierra, por desgracia; depende de cómo te levantes, cómo te vaya en el día, en el año. Va cambiando cada día. Lo tomamos desde un punto de vista positivo, es decir, el mundo está andando en una dirección muy extraña, muy “down way” (camino abajo), pasan cosas terribles. En India dicen que ésta es una era de destrucción: “Kali Yuga”, se llama. Los seres humanos entraron en esta era hace bastante tiempo, estamos en este período de disolución y destrucción, donde los valores esenciales del ser humano están pasados de moda, olvidados, y vamos sobreviviendo como podemos. Y bueno, en esta situación, decimos “estamos un día más sobre la tierra”, viviendo y tirando hacia adelante. En esta onda descendente, hay siempre una contracorriente, que va en una dirección opuesta. A nosotros nos gusta pensar que pertenecemos a esa corriente, es de acuerdo a cómo vivas tu vida también, cuál es tu intención,lo que buscás.

¿Quién diseñó la tapa?

Alejandro: El diseño lo craneamos entre los dos, y tuvimos la colaboración de Stéphany Launay, una diseñadora gráfica francesa.

Robin: Quien también es mi madre(risas).

¿Qué proyectos tienen para el año que viene?

Robin: Vamos a hacer una gira en Brasil, durante los meses de enero, febrero y marzo; y otra en Europa, durante mayo y junio.

Este sábado 17, hacen un show donde van a presentar y lanzar el EP, en el espacio cultural “La Gran Jaime”, ¿cómo se sienten?

Robin: Estamos muy contentos, porque presentar este disco, que incluye canciones que tocamos hace mucho tiempo, es como poner un punto final a una trayectoria bastante larga, como el fin de un primer capítulo. Ahora vamos a tocar otras canciones (risas), la tecnología tiene un trend atrasado sobre la vida de la banda.

Alejandro: Estoy muy contento de que podamos cerrar el año con un disco. Nuestro primer año en territorio argentino, durante el cual se empezó a armar un grupete que nos empezó a seguir, a llamar a sus amigos para que escuchen la banda, a sus familiares y, obviamente, tener una respuesta así te pone muy contento, porque te das cuenta de que lo que hacés tiene un sentido y de que conmueve y llega a la gente. Estamos muy contentos.

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"¿Una palabra?: novedoso. Siento que hay compromiso, que les gusta lo que hacen y lo están haciendo desde un lugar muy distinto a lo que es la escena under Argentina", Lucas Lucente.

“Engine me parece particular y algo superador al recital de rock. Son artistas completos, técnicamente magistrales, como músicos. El clima que se vive cuando ellos tocan en una sala es inevitable, una transformación; no sólo en el público sino que también ves cómo ellos se van transformando, a medida que van transitando el material que trabajan y cómo lo hacen en función a la comunicación con el público. Es como si ellos tuvieran un imán y, cada vez, nos vamos acercando más y más.  Al principio te plantean algo que vos decís:  ¿que es esto?, esto es nuevo, esto es raro, me atrae, es interesante”, Eugenio Jerez Ferrante.

“La banda me parece genial. Me gusta la espontaneidad de la banda, lo que transmiten, tienen mucha vibra, me pareció genial desde la primera vez que los vi. Es algo súper diferente a lo que vi siempre. Me transmiten mucha felicidad, ganas de saltar”, Leonardo Moruchi.

“Recomendaría a la banda porque me parece que proponen mucho viaje, algo muy ritual, muy sanguíneo, muy, muy fuerte”, Fabio Obrego.
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