Camino trivial
Por Julieta Inés Dal Lago
(Perfil de un personaje del cuento "Jerry y Molly y Sam", del escritor estadounidense Raymond Carver)
“Creo que esta vez he cometido el error más grave. Creo que he cometido el más grave de todos los errores”, reconoció Al parado frente al espejo del baño de su casa, cuando dejó de afeitarse y detuvo su mirada para enfocarla en el reflejo de esa cara que portaba, pálida, blanda, exenta de carácter o “inmoral”, como decidió juzgarla, entretanto la contemplaba.
(Perfil de un personaje del cuento "Jerry y Molly y Sam", del escritor estadounidense Raymond Carver)
“Creo que esta vez he cometido el error más grave. Creo que he cometido el más grave de todos los errores”, reconoció Al parado frente al espejo del baño de su casa, cuando dejó de afeitarse y detuvo su mirada para enfocarla en el reflejo de esa cara que portaba, pálida, blanda, exenta de carácter o “inmoral”, como decidió juzgarla, entretanto la contemplaba.
Deshacerse de “esa maldita perra”, Suzzy, mascota de sus hijos Alex y Mary, fue la primera decisión que Al tomó para reencauzar su vida, la cual comenzó a desmoronarse cuando sintió temor e incertidumbre por ser la próxima víctima de los masivos despidos de Aerojet.
Como un barco en medio de la tempestad, Al intenta sortear una oleada de dificultades que lo llevan a los tumbos, sin rumbo alguno. Está a la deriva y es consciente de eso.
Jill es la protagonista de una historia que él no quiere continuar, pero tampoco decide cortar. Una botella de alcohol y el cuerpo de su amante son suficientes para escapar de su existencia trivial.
¿Qué va a hacer con su vida?, es la pregunta que convirtió en enigma. Es joven, tiene 31 años, pero la vejez parece atormentarlo. Un pequeño claro en el pelo comenzó a inquietarlo.
Frecuentar bares es algo que lo conforta. Así se abstrae de esa realidad que escapa de sus manos, que se escurre como el agua entre sus dedos.
“Soy yo quien se está volviendo loco”, se dijo a sí mismo cuando salió en búsqueda de Suzzy, conmovido por la tristeza que notó en sus hijos.
A veces, juez de sí mismo, otras, ajeno a todo tipo de reflexión, Al intenta dar marcha atrás, pero sus propios pasos lo hacen continuar por aquel camino que no logra enderezar.
©.- Julieta Inés Dal Lago.- 1 de septiembre de 2011.-
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